…Y entonces cerré
el cuaderno,
esperando el
tiempo necesario para escribir estas ideas.
Ignoré las claves
que la vida dejó por acaso.
Me acosté muda de ilusión, pero a la hora me perdí,
Me alejé demasiado del momento de volver.
Dos lapiceras, una
junto a otra, como un escudo de familia,
fue la ambición
de estar siempre en el punto de
partida.
Pero no volviste,
padre.
Te hiciste arena,
ceniza,
madera,
piedra.
Y ya no hay
solitarios jugándose en tu mesa.
Ya lo sé, padre,
hay secretos que
no se dicen jamás,
Nadie sabrá nunca, que quisiste partir.
Maravilhoso!!
ResponderEliminarUm grande abraço,
Eliane
Gracias querida por tu atención permanente sobre mi escritura
EliminarVengo del blog de Luz María Jiménez Faro y me ha encantado tu Rincón; por lo cual, si no te importa, me gustaría ser Seguidor de tan Bello Espacio, lleno de Magia, Sentimientos, Sensaciones y Fantasía.
ResponderEliminarUn abrazo.