sábado, 21 de mayo de 2011

LOS PACIENTES DE ANA


LOS PACIENTES DE ANA
Marcela Villavella

Ed. Sudamericana

280 pag.

Por el ojo de la cerradura del consultorio de Ana, la psicoanalista que le da título a este libro magnético, vemos los problemas que hasta allí cargan los pacientes, esa otra parte fundamental del título y de la ecuación que se pone en juego en la consulta. Celos, amores perdidos y encontrados, miedo a la muerte pero también miedo a la vida, obsesiones, penas y pequeñas victorias diarias: los problemas de Los pacientes de Ana son los nuestros, y es imposible no quedar encandilado por las múltiples historias de estas páginas que, narradas con agudeza, gracia y vitalidad, logran que la ficción se parezca más que nunca a la vida misma.

Este libro tiene la habilidad de abrirse en varios personajes con particularidades muy distintas, pero a la vez resulta posible imaginar que todas esas son sub-personalidades de un solo personaje. Como si cada uno de los pacientes fuera un fragmento, una parte de algo mayor llamado ser humano y que es disecado en cada sesión con la analista. Ana nos ayuda a encontrarnos, a rescatar la propia historia, a identificarnos.”

Juan Taratuto



Lunes 16.45 hs. / Laura

(¿Timbre?)

–Ah, fue tan suave el timbre que tuve que adivinar.

–Sí, toqué apenas…

–Tocado con penas. Adelante.

–Mis penas… Hoy no sé qué decir, en realidad, no sé si quiero hablar…

–Entréguese a sus palabras, yo estoy aquí, es su horario.

–Hoy usted debería abrir el juego, empezar a hablar de algo o preguntarme algo…

–¿De qué no quiere hablar?

–No quiero hablar de mi sexualidad. Creo que si me pongo a hablar de cualquier cosa, usted me va a preguntar por mi sexualidad. Así las cosas están muy bien. Lo amo a Lorenzo y él me ama a mí. ¿Qué más puedo querer?

–¿Tiene respuesta para esa pregunta? ¿Quiere algo más?

–Una cosa es lo que pienso y otra lo que siento. A mí me gusta mucho la vida que tengo, es la vida que quería tener, pero no estoy contenta nunca. Y creo que él tampoco está del todo contento. Nos fuimos encerrando en nuestras cosas y no sé dónde está la alegría, no la encuentro en ningún lado.

–Laura, me parece que se responde cosas que no le gustan, pero puede progresar con sus palabras…

–¿Por qué le tengo miedo a todo lo humano? Mejor dicho: ¿por qué me da tanto miedo lo sexual? Siento que todo está sucio, me da asco manchar las sábanas, tocarse, dar un beso a veces también me da asco…

–Quizás dejó de tener sexo y hasta de besar para no arriesgarse a desear un hijo para no sentirse deseosa, sexual, mortal por miedo a embarazarse…

–Todo es demasiado pesado para mí, creo que me da miedo vivir…

–La vida es una enfermedad mortal que se transmite sexualmente, dijo Woody Allen...

–Creo que tengo que decirle gracias, pero no sé por qué

Nacida en Buenos Aires, Marcela Villavella es licenciada en Psicología, integrante de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero y directora de la Escuela Brasileira de Psicoanálisis Grupo Cero. Editó el libro Lo trágico en psicoanálisis (2007), además de participar con sus trabajos en diversas obras en colaboración , y los volúmenes de poesía Bella de Siesta, Así es la rosa y Te busca y te nombra.


martes, 17 de mayo de 2011

Sesión No Velada: María Rosa 3



Timbre

-Hola Ana, me ve la cara que tengo.

-Si… la veo…

-….

-… Qué quería que viera en su cara, ¿rastros de llanto?... ¿quería que la mirara hoy?… mejor se recuesta en el diván y la escucho… si?

-Estuve toda la noche llorando… tengo la cara roja, los ojos irritados de tanto llorar… me dormitaba un poco y a la media hora me despertaba llorando otra vez… así toda la noche… la otra semana después del faltazo al examen de Pediatría, tuve que soportar la locura de mi mamá. Cada vez que me la cruzaba por la casa, algo me decía, y hasta entraba en mi cuarto para decirme: “No podés hacerme esto, me hacés mal, no podés hacerme esto”… y yo ya ni le contestaba, pero pensaba: ¿qué le hice?

-Quizás su mamá está demasiado cerca. Si usted se mueve o no se mueve ella se afecta mucho… le hace cosas que usted ni registra.

-Siempre fue así, me vivían observando. Mi papá me veía crecer lunares peligrosos que yo ni me veía, mi mamá poniéndome la mano en la frente para ver si tenía fiebre cada vez que hacía mucho frío o mucho calor… un día yo estaba saliendo de la escuela y ella me vio desde adentro del auto que estaba lejos, y se dio cuenta que yo estaba afiebrada…

-Quizás nunca estaba lejos… o tal vez usted siempre le pedía que la mirara…

-Ah, puede ser… Pero anoche todo fue peor, por eso no podía parar de llorar. Habíamos terminado de cenar y estábamos las dos solas tomando un tecito, mi papá se había ido a visitar a mi abuela y mi hermano no estaba… ella estaba seria, le pregunté qué le pasaba… cuando la veo seria siempre me pongo medio mal…

-Entonces usted está demasiado cerca: se pone mal porque ella está seria… como si eso ya la incluyera en la cara de su mamá…

-Si, esto ya me lo interpretó tantas veces en mi sesión… ayer mismo cuando me sentía mal por verla seria, lo recordé y me repuse enseguida, y empecé a contarle que estaba contenta porque tuve una conversación con una profesora del primer año de la facultad -que yo admiro mucho- y antes de despedirnos, me dijo que esperaba que me recibiera en breve porque me veía un buen futuro… y le dije que sí, que iba a recibirme este año. Me puse feliz con eso, pero de pronto a mi madre le cambió la cara… de la nada empezó a decirme que yo era una sumisa, una cobarde en la facultad, que me pongo feliz por un comentario al pasar de una profesora de primer año, y que tenía que crecer, porque no había ni siquiera intentado dar el examen de Pediatría… y que ella está esperando que me reciba desde que yo nací… (glup)… y que me apoya y está siempre pendiente de mí, y que el día antes de mi “frustrado” intento de dar pediatría, ella había apostado tanto por mí, que hasta había ido a una tarotista para saber si yo me recibía este año o el próximo, y hasta había rezado por mí, y que también que había prendido velas blancas para iluminarme en el examen…

-….

-Ana, me empezó a decir cosas muy raras… mi mamá yendo ¿a una tarotista?, no me lo puedo ni imaginar… y además ella no es religiosa, no reza, nunca rezó, yo nunca la vi rezar…. en mi casa no hay ni una vela… ¿dónde prendió velas?

-Quizás también hay cosas de su mamá que usted no conoce. Quizás ya no está tan cerca de usted como creía… porque ni sintió el olor de las velas…

-jajajajaja……

-Nos vemos el lunes?