Todo se repite más allá de la tierra,
en designios cautivos del océano,
misterios que no debemos descifrar.
El náufrago emprende viaje
sin brújula y sin memoria
llevando como destino
la sorda condena de caminar sin sombra.
¿Acaso te arrojaste a las aguas?
¿... te hizo ciega el fulgor de alguna perla?
Acaso caíste por las ranuras de la noche,
abismada en medio del amor?
Hay designios cautivos del océano,
misterios que no debemos descifrar: promesas, porvenir.
¿Acaso te quedaste sin sueños,
sin poesía
sin las fronteras donde mora el deseo?
¿Acaso perdiste el camino de la voz?
...la sorda condena de caminar sin sombra... me encantó marce
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