martes, 16 de junio de 2009

Escribo y temo


Las palabras son incesantes ríos
que nunca desembocan,
grillos brotando de la tierra,
gotas de cristal hundidas en la lengua.
Entre ellas no hay razones para amanecer,
me acuno tibiamente en el dulce carruaje del idioma,
y escribo.
Sin embargo, temo que un verso me aseste un zarpazo
desprendido del infierno,
me convierta en sombra.

Temo al verso escondido en la piel,
al verso raíz,
al verso voraz,
al mercenario verso
que negocia con las cartas de amor,
con los inocentes rostros de los niños,
con las miles de cuentas que hacemos diariamente
para mirar de cerca el rostro de la vida.

Escribo sumergida
en las batallas que libró mi pueblo,
entre los cráneos de mis antepasados.
Escribo el nombre que di a mis hijos
y el que ellos darán.

Escribo en los eclipses,
pero temo que un verso
ponga definitiva luz

a tanta oscuridad.

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