viernes, 16 de abril de 2010

Detrás del horizonte


Son las 4 de la tarde,

y esta hora no se parece a nada.

Me sentaría en una silla

a mirar una pared

para descubrir una fisura, una fina luz

por donde se cuele el tiempo.


Son las 4 de la tarde

y quizás no sea el albor de nada,

y no sea el dolor de perder algo sagrado,

ni el ácido espasmo de la tortura,

ni el agrio desorden de una cama,

ni la voz del padre cuando dice NO

y nadie teme más.


Hay cosas que duelen demasiado,

hay abrazos de sombras con sombras

que se chocan como barcos fantasmas

detrás del horizonte y alguien grita: Vuelve,

y no hay dónde regresar.

Ni casa, ni tazón, ni isla.


Y todo se vuelve inútil

vácuo, hueco

y son las 4 de la tarde

las cuatro de la tarde

y el sol ya no está.

6 comentarios:

  1. Tristeza,soledad y dolor.Quizás detrás del horizonte el eco de ese grito marque el camino del regreso.BELLÍSIMO.UN ABRAZO.

    ResponderEliminar
  2. Bellísima muestra de tu faceta poética. Sentí ese vacío existencial, esa vacuidad de la soledad y de la ausencia que se sientan sobre el estómago para tal vez, buscar esa fisura por donde se cuela el tiempo (¿entra o se escapa?). Estuve contigo, con tu poema, a las 4 de la tarde. Hermosa, sobrecogedoramente melancólico. Abrazos.

    ResponderEliminar
  3. Bastante wno, me gusta mucho.

    Un saludo y enhorabuena por el blog.

    PTA: Como dijo revolver, no es miedo a perder, el miedo es no tener donde ir.

    ResponderEliminar