miércoles, 27 de mayo de 2009

Preguntando a Blas Alberti en 1995... primera parte


M.— ¿El hombre creó la escritura, o la escritura creó al hombre?
A.— Yo creo que la escritura hizo al hombre porque la pregunta ésta, encierra una pequeña tramoya, en términos teatrales, la pequeña tramoya es que no hubo humanidad sin significante, entonces desde allí, aparece aquello que es de la condición humana, que es esa red simbólica que te espera, que es la escritura, por lo tanto, uno podría decir, desde el punto de vista de la antropología, que la naturaleza precede a la cultura, pero eso no es más que un artificio metodológico; nosotros no sabemos dónde hay principio y donde hay fin, y en el principio sólo encontramos huellas y las huellas no hablan de otra cosa que de la diferencia, y esa diferencia aparece en el hombre a partir de esta inscripción que la condición humana establece a quienes estén dentro de ese ámbito


M.—Entonces la naturaleza cambió su jerarquía, ¿está en cuestionamiento?
A.— Claro, porque la red simbólica que caracteriza a la condición humana, es una nueva naturaleza, una naturaleza segunda o una naturaleza entre comillas, que es lo que hace, paradójicamente, que las otras naturalezas pasen por allí, porque los seres humanos somos egomórficos, los animales son heteromórficos porque tienen una respuesta para cada estímulo, en cambio nosotros tenemos estímulos y no tenemos respuesta, tendemos a la respuesta, la relación del hombre con el objeto, es una relación mediada por el deseo y como muy bien lo dice en su libro «Deseo de Nada», el amigo Menassa, pero de todas maneras, lo que yo quería plantear, era que en esa frontera indecisa e indivisa que hay entre lo real y la escritura, se inscribe el deseo permanente, esta red simbólica que define, entre comillas, a la normalidad y a la patología; digo entre comillas porque no toda cultura considera estos términos de la misma manera.
M.—En la actualidad, ¿cuáles son los relaciones que mantiene la antropología con el psicoanálisis?
A.—Creo que son relaciones indestructibles, si hubo, alguna vez, alguna relación dicotómica, o alguna situación de pretendida autonomía, esto quedó al costado, habida cuenta de todo lo que ha sucedido después, del derrumbe de todas las corrientes historicistas, evolucionistas, unicistas, etc., que hemos presenciado en el siglo XX con el advenimiento de pensadores como Nietzsche, como Freud, el propio Marx, que allá en la distancia fue el primero que descubre el síntoma, el primero que plantea esta relación, esta opacidad en lo social… después de todo el movimiento de la lingüística, que nos lleva a conclusiones diferentes; yo diría que lo que separa a un antropólogo de un psicólogo son áreas de práctica, o formas de acción, pero en lo demás no. Uno puede leer todo el Psicoanálisis como una antropología, tranquilamente, y uno no puede comprender aquello que nos proporciona la antropología como material de análisis, de reflexión, sin el saber del psicoanálisis. Por ejemplo, hablemos de la locura, desde la perspectiva antropológica o histórico-antropológica, que es la lectura que hace Michel Foucault, la locura es un es un invento, una determinada formulación cultural, un determinado punto de vista, de una determinada perspectiva del mundo, que nace casi con fecha… y cuál es el patrón, el valor fundamental, o el valor de los valores como dice Nietzsche, que está detrás, para determinar quién es el loco, aquel que no está en posesión de la razón. En otras sociedades, el que llamaríamos loco, es un ser dotado de virtudes importantes capacidades extrasensoriales de comunicarse con otros planos, es decir, capaz de metaforizar lo real en una traducción, que tiene para la cultura, una determinada eficacia simbólica, y por lo tanto alguien que aquí estaría en el psiquiátrico, allí estaría ocupando un lugar muy importante, sería un chamán, por ejemplo…

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