domingo, 2 de agosto de 2009

El amor que nos vive


No había escrito nada
nada de aquella tarde,
pero escuchando de la muchacha
sus músicas de amor,
de muerte y vida clara,
volví a tocar tu piel

de frescas mandarinas.

No había escrito nada
y quizás por eso que te retuerces.
Un dolor cruza el vientre que amé
aquella tarde con la pasión de la noche
y no escribí nada.

Fue una tarde de marzo
cuando el otoño empujaba con verdad
nuestras caricias.
Fueron versos primero,
libros primero,
la primera edición de Girondo
para mi,
y un demorado beso de la mañana,
que vive en nosotros desde antaño.

Tuve que besarte
para que supieras mi nombre,
para que mi nombre se clavara en tu boca

de memoria herida,
para que mi nombre fuese una palabra amada,
un recuerdo que nunca morirá.

Te escribo para que sepas
que te amo,
que te amor,
que te amorosamente te amo,
que te amorosamente te vivo,
te engendro,
te nazco los hijos que supiste,
los hijos de los hijos que me diste

los hijos que me das.

Te escribo que te amo, que te amor.



4 comentarios:

  1. Desde las entrañas del alma.bellisimo.
    Besos

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  2. si... a veces el alma tiene entrañas, un alma entrañable, gracias Ale

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  3. Simplemente hermoso ese "te amor" porque define este poema como tuyo, con tu signo, tu firma, tu fuerza

    un abrazo emocionado al leerte

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  4. Gracias Francisco por tu sintonía poética.

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